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Los oídos de ambos se inundan con el Vals Op. 69 N.2 de Chopin.
El corazón se te acopla al un, dos, tres, un-dos-tres, un-dos-tres. Irresistible.
Ella lleva un vestido verde, o mas bien "British racing green" para ser exactos, con espalda baja, y caída suave hasta las rodillas. El pelo, se lo quita de la cara una prensa plateada, y el resto le resbala por los hombros como una cascada.
Esta vez, no son sus labios los que te llaman, son sus ojos. O ahora que estás mas cerca, tal vez sea su perfume suave y profundo, como el vals un-dos-tres, un-dos-tres.
Deja que tus dedos fuertes se deslicen por su espalda de terciopelo, mientras la invitas a bailar. Y ya cuando ambos no escuchan nada más que el piano... bailan, flotan por el salón. Y no existe nada más. Y no existe nadie más.
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