En estos tiempos en que nos quejamos de una sociedad en decadencia, de una sociedad enferma llena de crímenes, injusticias, suicidios, drogas, abuso y corrupción, existen miles de teorías sobre las posibles causas de estos males sociales, y son tan variadas como maléficas. Sin embargo las peores causas, y sin duda las mas peligrosas son las que no conocemos o son lo suficientemente enmascaradas para controlar a una sociedad engañada.
Éste es el caso de la seudo ciencia llamada psiquiatría, tan falsa y dañina como falsos y dañinos han sido sus métodos y resultados a lo largo de los años. Extorsión en nombre de la salud mental, un fraude gigantesco que a base de mentiras y engaños ha procurado su financiamiento, pero el costo real no se traduce en los millones de dólares gastados, si no en vidas humanas.
¿Qué diría usted si invirtiera millones en un proyecto, le pagara a expertos para mejorarlo o corregir algún defecto, y se lo devolvieran con un problema el triple de grande? Naturalmente exigiría un reembolso inmediato y una indemnización , y buscaría otro experto que lo ayudara ¿No?. Pues aunque esto parezca muy lógico, extrañamente con la psiquiatría nada de esto ha sucedido.
Jan Eastgate presidenta Internacional del comité en defensa de los derechos humanos lo explicó diciendo que ante todos los problemas anteriormente mencionados la primera solución de los gobiernos fue gastar millones en ”expertos” que afirmaban tener las respuestas a estos problemas, pero cuando los problemas empeoraron, dichos expertos dijeron que necesitaban no millones, si no miles de millones. Y es que según los psiquiatras estamos afrontando una epidemia mundial que no solo padecemos desde hace mucho si no que crece con cada día. Según ellos esta enfermedad global desde la segunda guerra mundial, ya afectaba a una de cada diez personas, y en la actualidad afecta a una de cada dos personas. ¿Entonces porque miles de millones de fondos gubernamentales, para investigación, no han logrado detener la epidemia? Claramente todo esto es un fraude. ¿Pero como podría llevarse acabo un fraude tan extenso sin ser detectado? Pues la respuesta es simple, como menciona Eastgate la psiquiatría y la psicología buscaron que se les otorgara, y se les otorgó, un monopolio sobre el cuidado de la salud mental por parte de los gobiernos de todo el mundo, y todo esto sin que tuvieran que dar cuentas de ello.
Pero los cargos de fraude no son nuevos para la psiquiatría, afirman sin bases que tienen la cura para los trastornos que en su mayoría son inventados por ellos mismos, y niegan los efectos negativos que sus tratamientos causan. Pero de todo esto hablaremos mas adelante.
Empecemos en orden, ¿Que tal por la misma naturaleza de la psiquiatría y la psicología?, con un simple estudio de la historia de esta “ciencia” nos damos cuenta de lo variable, inestable e inexacta que es; no hace mucho, en mis años de colegio discutíamos con mi profesora de psicología como el científico de turno, que después sería llamado padre de alguna rama de la psicología, experimentaba y sacaba una nueva teoría sobre el comportamiento humano, teoría que era adaptada por los médicos de dicha época y luego rebatida por el siguiente nuevo padre de otra rama de la psicología.
Franz G. Alexander y Sheldon T. Selensck., cuentan en su libro The History of the Psychiatry, que las “ciencias” de la curación mental nacieron, primero durante la revolución francesa en la búsqueda de la idea de que podía desarrollarse una ciencia para controlar poblaciones enteras. Así, estas Ciencias de la curación mental ganaron ímpetu durante el reino belicista de Otto Von Bismarck “El Canciller de Hierro”, en Alemania a finales de los años 1800. Dicen además que, específicamente en 1879, tan dictatorial y dogmático como sus patrocinadores políticos, el psicólogo Wilhelm Wunt de la universidad de Leipzing en Alemania, declaró que no existía el alma, y que el hombre simplemente era un animal superior que podía ser controlado utilizando la “ciencia”.
Como vemos desde sus inicios la psiquiatría se ha mostrado en desacuerdo con el concepto de espiritualidad, y eventualmente adoptó el dogma de que la locura es una enfermedad física, aunque esto aún no se haya comprobado.
Después viene el legado del famoso Sigmund Freud, la psicoterapia. Con su psicoanálisis Freud expuso que la causa de los desordenes mentales eran “la supresión del instinto sexual en la niñez” que “bloqueaba la vida progresiva de un adulto”, ¡Ah! El sabio Freud, tan sabio que lo escucho en cualquier lado, desde en clases de sociología, hasta canciones muy comerciales, dicho sea de paso. Pero resulta que ahora las teorías tan famosas de éste señor se consideran equivocadas, de acuerdo con el profesor de psicología Frank Sulloway, autor de Freud biólogo de la mente, “Freud estuvo equivocado en casi todos los aspectos importantes”
A pesar de que las teorías psiquiátricas cambian muy a menudo, los “tratamientos” para las enfermedades no han variado sustancialmente desde sus inicios, los cuales han continuado utilizando diferentes aplicaciones de fuerza para hostigar a las personas, física y mentalmente, ya sea que estén locas o no. Estos tratamientos han incluido palizas, latigazos, baños de agua fría, punzadas con ortigas, remoción quirúrgica o cauterización de diferentes órganos del cuerpo. Por ejemplo la masturbación, una vez considerada como enfermedad mental, era tratada con la circuncisión y la cauterización de la espina dorsal y los genitales. Además se ha sometido a los “enfermos” a sillas giratorias, la pared camisola y aún hoy los niños son puestos en camisas de fuerza y encadenados a sus camas.
Esto no es todo, si los derechos humanos incluyen la inmunidad de la brutalidad y el tratamiento cruel, inhumano o degradante, entonces no hay duda que el tratamiento principal de la psiquiatría contemporánea no es más que un abuso a los derechos humanos, así se explica en una de las publicaciones de la Comisión de Ciudadanos por los Derechos Humanos (CCDH).
Los tres tratamientos psiquiátricos principales utilizados hoy en día son la psicocirugía, el electro choque (ECT) y las drogas psicoactivas. Según la CCDH, estos tratamientos se basan para su “efectividad” en abrumar a las personas, con ellos no se dirigen a las causas de “la enfermedad mental” (puesto que no las conocen), por lo tanto no curan los problemas del individuo. Su acción es interferir, en forma al azar, con los procesos emocionales, físicos y de pensamiento del individuo. Cuando el tratamiento “funciona” significa que el problema o sus manifestaciones se han suprimido mecánica o químicamente, a la vez que se ha suprimido, en diverso grado, la conciencia del paciente sobre su propia vida. Entre tanto el problema principal permanece, y en el debido curso, la persona se encontrará menos capaz de arreglárselas en la vida que antes.
Ahora escribiré un pequeño resumen de los tres tratamientos actuales de la psiquiatría, mencionados anteriormente, según la CCDH en diferentes publicaciones.
En 1935 Egas Moniz, un psiquiatra portugués concibió las operaciones de leucotomía o psicocirugía. Más tarde el psiquiatra americano Walter Freeman dio a la leucotomía un nuevo nombre: lobotomía frontal, un acto bárbaro que consistía en insertar un instrumento parecido a un pica-hielo por debajo del párpado superior del paciente, dirigiéndolo a través del hueso de la cavidad del ojo hacia el cerebro utilizando un martillo quirúrgico. El movimiento del instrumento cortaba las fibras de los lóbulos cerebrales frontales, produciendo un daño cerebral irreversible.
Hoy en día, bajo el nuevo e higienizado nombre de neurocirugía para desordenes mentales (NMD), los promotores de la psicocirugía pretenden que la lobotomía sea realizada en pacientes sin su consentimiento. En Rusia, por ejemplo, entre 1997 y 1999, el Dr. Sviatoslav Medvedec, director del Instituto del Cerebro Humano de St. Petersburgo, admitió haber supervisado más de 100 operaciones de éste tipo, aplicadas principalmente en adolescentes con problemas de drogadicción. “Pienso que el occidente es demasiado cauteloso acerca de la neurocirugía debido a su obsesión por los derechos humanos…”, dijo. En un artículo publicado en 1997 en Discover, el neurocirujano Frank Vertosick igualaba esta operación a la “reparación de una computadora con una sierra de cadena”
El segundo maravilloso tratamiento de las enfermedades mentales es el Electrochoque. El Pionero de la terapia electro-convulsiva o ECT, fue Ugo Cerletti, un psiquiatra Italiano. Se inspiró observando a los operadores de un matadero que utilizaban choques eléctricos para producir convulsiones epilépticas en los cerdos antes de cortarles las gargantas.
El ECT en humanos crea una convulsión similar a la epilepsia severa de larga duración mediante la aplicación de 180 a 460 voltios a través del cerebro. Y aunque algunos psiquiatras todavía niegan que el electrochoque cause daño cerebral irreversible y pérdida de la memoria, los neurólogos y anestesiólogos están enfáticamente en desacuerdo.
Además la historia del electrochoque es más oscura de lo que uno podría imaginar, esto nos trae a uno de los secretos más crueles de la Alemania Nazi: el uso del ECT para implantar y remover la libertad del individuo. Cuando los soldados se quejaban de fatiga por batalla o neurosis por el miedo al ataque, psiquiatras alemanes encontraron una manera de derrotar sus miedos. Anonadaron al individuo mediante un doloroso choque eléctrico dándole simultáneamente sugestiones hipnóticas. Además se inventó una caja eléctrica para los soldados alemanes cerca del frente, no era raro que los soldados murieran, no por la guerra si no por electro ejecuciones, ya que los soldados que sufrían problemas psicológicos debido a la guerra eran considerados inferiores. Todo esto es explicado por los autores del libro Psychiatrists, the men behind Hitler.
Asimismo existen numerosas pruebas de que el electrochoque y la psicocirugía fueron realizadas en los campos de concentración nazis, y se han encontrado muchas evidencias de que entre los años 1650 y 1960, psiquiatras llevaron a cabo experimentos de control mental, basadas en las surgidas en los campos de concentración, para la CIA utilizando electrochoque, y también en diferentes países como Reino Unido, Alemania, Dinamarca y Canadá.
En un libro titulado Journey into madness, se explica como el electro choque fue utilizado como tortura, en casi todos los prisioneros políticos en Brasil en los años 70, al igual que en El Salvador, Libia y en África del Sur. Además cuando la crisis de los rehenes en Irán terminó en 1980, un grupo de doctores de la CIA examinaron a los americanos liberados, encontrado que habían sido severamente torturados, de tal forma que sólo psiquiatras y psicólogos hubieran tenido la experiencia para hacerlo.
Por supuesto la palabra electrochoque acarrea demasiadas verdaderas y amenazantes, connotaciones, los psiquiatras probablemente le dirán que se llama “electroterapia” o “terapia de electro convulsiones”. Ellos no le dirán que no saben cómo “funciona” y que no tienen ningún razonamiento científico por el cual ellos piensan que es buena idea destruir sus células cerebrales. El hecho es que el electrochoque es una forma de tortura, pero puesto en un ambiente de hospital, y encubierto con relajantes musculares, anestésicos y la legitimidad de la medicina, de repente e inexplicablemente se pronuncia terapia.
Por último tenemos las drogas psicoactivas. Para millones de personas, las drogas son uno de los problemas más graves que afectan a nuestra sociedad, sin embargo hemos pasado por alto que las drogas ilícitas representan solo un porcentaje pequeño de la cantidad total que se consumen. En la actualidad las drogas psiquiátricas no solo se usan en nuestras escuelas, hospitales, centros de rehabilitación y prisiones, si no que son utilizadas por las personas para manejar cualquier clase de males: para perder peso, para mejorar la confianza, para el insomnio, para los problemas con las matemáticas, de escritura o la concentración, hasta para la ansiedad. Y aunque son legales y a menudo reciben el nombre de medicamentos, distan mucho de serlos y sus efectos son más peligrosos de lo que se cree.
Los medicamentos se dirigen a una parte determinada del cuerpo, las drogas psiquiátricas alteran el estado de ánimo, y no solo son capaces de alterar las formas en que una persona actúa, siente y piensa, sino además pueden alterar lo que ve. El problema con las drogas psiquiátricas es que únicamente inhiben los síntomas, mismos que se presentan de nuevo después de pasado el efecto. Al igual que las drogas ilícitas sólo proporcionan a la persona un escape temporal de sus problemas. Igualmente tienen numerosos efectos secundarios, como espasmos, gesticulaciones, inquietud severa, delirios y reacciones maniacas, ataques de apoplejía, disfunciones sexuales, confusión, mala concentración, problemas de memoria, sentimientos de pánico, alucinaciones, pesadillas, pensamientos suicidas y hostilidad. Como si todo esto fuera poco este tipo de drogas son adictivas y los síndromes de abstinencia pueden llegar a ser mucho más graves que los de una droga ilícita.
Esto es un problema gravísimo, y en muchos países alrededor del mundo la adicción a las drogas psiquiátricas es el problema número uno en éste ámbito. Se mandan drogas desde niños hasta ancianos y lo más grave es que las “enfermedades” son inventadas o se deberían tratar de otra forma.
En junio del 2001, en un artículo del Washington Post se expresó que mientras que por tradición se manufacturan nuevas drogas para los trastornos existentes, en el caso de la psiquiatría el negocio es “encontrar nuevos trastornos para las drogas que ya existen”.
De esta forma volvemos al tema del fraude, y como lo expresa la CCDH, si de fraudes se trata, tal vez el mayor logro de la psiquiatría sea el Manual de Diagnóstico y Estadística de Trastornos Mentales (DSM) publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), y el Catálogo Internacional de Enfermedades, Sección de trastornos mentales (ICD).
Las ventas de estos “productos” representan para la APA un ingreso directo de unos 80 millones de dólares por publicación, pero ésta suma es solo un porcentaje de lo que se deriva de los manuales. El DSM y el ICD se anuncia como herramienta de diagnóstico, no solo para el tratamiento de individuos, si no que ahora para pelear la custodia de los hijos, en casos de discriminación basados en supuestas incapacidades psiquiátricas, en testimonios en los tribunales, en la educación y más. Y con cada publicación aparecen nuevos y fresquitos trastornos al gusto, con bases ni lejanamente científicas, de hecho en las últimas publicaciones cada trastorno se agregó al DSM mediante una votación de psiquiatras, donde la pregunta básicamente era: Si usted cree que esto es un trastorno, levante la mano. Y los diagnósticos son tan ridículos como inútiles, ¿Qué me dice del trastorno de articulación del habla? ¿O del trastorno de ortografía?, ¿O del de expresión escrita, intoxicación o retiro de cafeína, o el trastorno de rivalidad entre hermanos? ¿O el novedoso problema de fase de vida? Según la psiquiatría cualquier fase sentimental, humana y normal hasta ahora, es una enfermedad, incluso si usted no cree que está enfermo sufre de negación.
El Dr. Sydney Walker III, neurólogo, psiquiatra y autor de Una Dosis de Cordura dice que el DSM ha conducido a la administración innecesaria de drogas a millones de norteamericanos, que se habrían podido diagnosticar, tratar y curar sin el uso de medicamentos tóxicos y potencialmente letales. Mientras a miles de niños de todo el mundo se les receta ritalín o ritalina, y a los adultos antidepresivos. Y los psiquiatras hinchan sus bolsillos.
Nos quejamos de que nuestra sociedad va de mal en peor, pues siempre que hay tragedias o violencia, el trabajo del psiquiatra o psicólogo es reforzar la idea ficticia de que todo estaría mejor si se les dieran más dinero y más recursos. Para exponerlo de una mejor forma y como hace poco analicé en una clase el documental de Michael Moore, Bowling for Columbine, tomo como ejemplo la tragedia de éste pueblo donde dos muchachos mataron a doce estudiantes y un maestro de su colegio, y le tengo otra teoría a Moore. La revista Insight del Washington Times la expresó en un artículo llamado Armas y dosis, en junio de 1999, diciendo: “Aunque alarmados por los extraños ataques en las escuelas, pocos norteamericanos han notado cuántos de éstos asesinos están entre los 6 millones de niños que toman drogas psicotrópicas” En este horrible suceso Harris, uno de los asesinos, tomaba Luvox, un antidepresivo con efectos secundarios que incluyen manías, irritabilidad, agresión y hostilidad.
Pero éste no es el único caso, TJ Soloman, de 15 años del Colegio Heritage, en Georgia, era tratado con Ritalín, el 20 de Mayo de 1999 abrió fuego contra sus compañeros de clase, hiriendo a seis. El 22 de mayo de 1998, Kip Kinkel de 14 años, disparó contra sus padres matándolos y luego disparó el arma en su Colegio en Sprigfield, Oregon. Donde dejó dos muertos y 22 heridos; se informó que tomaba Prozac y Ritalín y había asistido a unas clases para “controlar el enojo”. Por desgracia son tantos, los casos de niños matando y suicidándose que podría escribir un libro. Y a pesar de que lo nieguen, los psiquiatras y psicólogos conocen bien la conexión entre las drogas psiquiátricas y la violencia y el suicidio, pero es un buen negocio, demasiado para dejarlo solo por salvar o proteger vidas.
Como último punto regreso a la naturaleza perversa de esta seudo-ciencia, según la cual el ser humano es un simple animal que responde a impulsos, colocando a la persona en una posición irresponsable ante sus propios actos, sin moral u espiritualidad, por lo tanto para ser controlada necesita de “tratamientos”, que espero haber demostrado son infundados e inútiles, que más bien dañan a la persona y la aleja cada vez más de encontrar bienestar para si misma y para quienes lo rodean. Y estas teorías, queramos o no, son enseñadas en nuestras escuelas, colegios, y universidades. En cada trabajo, en cada empresa, en cada colegio, en nuestra vida diaria, parece que ahora siempre hay lugar para un psicólogo más, y lo más triste es q muchos de ellos tienen el deseo o la esperanza de así poder ayudar a la gente, y sin saberlo están muy lejos de hacerlo.
No niego que existan enfermedades mentales, y que en diferentes etapas de nuestra vida podemos estar mentalmente inestables, pero claramente las “soluciones” que la psiquiatría y la psicología proponen no solo son irracionales y violentas, si no que no son reales, no hay curación de enfermos, más bien los sanos se enferman. La psicología y la psiquiatría nunca fueron, ni son ahora una alternativa, son un fraude.